En las extensiones recién fangueadas de los arrozales levantinos, catalanes, andaluces y extremeños, es bastante frecuente observar nutridos grupos de aves que menudean entre el barro a la captura de gusanos, insectos y batracios. Entre ellas se distinguen unas garzas estilizadas y completamente blancas que remueven el agua con sus patas; son garcetas comunes, una especie que está experimentando una expansión equivalente a la que registra el arrozal, cultivo del que parecen depender más estrechamente que otras garzas.